En este post os cuento la historia detrás de esta curiosa expresión.
Origen de la expresión
En sus inicios, esta frase tenía una fuerte relación con el mundo del vino y las prácticas comerciales de los bodegueros. En la época medieval y los siglos posteriores, el mercado del vino era muy diferente al que conocemos hoy. Los consumidores solían demandar vinos con un sabor suave y fácil de beber, mientras que los vinos más potentes, con sabores intensos o poco agradables, eran menos apreciados. Además, las técnicas de producción y crianza del vino eran primitivas, lo que provocaba que las malas añadas fueran más frecuentes.
Los bodegueros, al darse cuenta de que algunos de sus vinos no eran de la calidad que los clientes esperaban, idearon una estrategia para enmascarar estos defectos. Sabían que el vino, al ser un producto que se degustaba de forma directa, podía ser percibido de manera negativa si su sabor no era agradable. Por lo tanto, decidieron ofrecer una cata del vino acompañada de un plato de queso. El queso, con su sabor fuerte y su aroma penetrante, tenía la capacidad de disimular el mal gusto de los vinos defectuosos.
Este truco comercial consistía en que el queso, al tener un sabor intenso, enmascaraba los defectos del vino. Además, el queso estimulaba la producción de saliva, lo que hacía que el vino se sintiera más suave y sedoso en el paladar, camuflando así sus imperfecciones. Los bodegueros, de esta manera, lograban que los clientes se quedaran con la sensación de haber probado un vino más suave de lo que en realidad era. Y así, con la ayuda del queso, disimulaban las deficiencias del producto.
La picaresca comercial
Este truco de los bodegueros formaba parte de las prácticas comerciales de la época, donde la honestidad no siempre era la norma y los vendedores trataban de aprovecharse de los consumidores. De ahí surge la expresión "dártela con queso", que refleja precisamente esa idea de engañar o timar a alguien mediante una artimaña. Con el tiempo, la expresión fue adoptada por la sociedad en un sentido más amplio y comenzó a usarse no sólo para describir engaños relacionados con el vino, sino también para referirse a cualquier tipo de fraude o intento de manipulación en otros contextos.
Así, “dártela con queso” pasó a ser una advertencia popular para no dejarse engañar por algo que parecía bueno, pero que en realidad no lo era. La idea era no caer en las artimañas de los comerciantes que, como los bodegueros antiguos, intentaban disfrazar la calidad de sus productos con algo superficialmente atractivo, como el queso.
Dos resultados positivos de este engaño
Aunque la expresión “dártela con queso” ha permanecido ligada a un engaño, con el tiempo ha dejado dos resultados positivos e interesantes que han perdurado hasta la actualidad:
Una expresión curiosa y divertida: hoy en día, la frase “que no te la den con queso” se ha transformado en una expresión coloquial que usamos para advertir a alguien de un posible engaño. Es una frase que, si bien tiene un origen picaresco, se utiliza con ligereza en conversaciones cotidianas para referirse a situaciones en las que alguien intenta vendernos algo que no es lo que parece. De esta manera, la expresión ha adquirido un tono más ligero y divertido, convirtiéndose en parte del humor cotidiano.
El perfeccionamiento del maridaje de vino y queso: lo que comenzó como un truco comercial para ocultar los defectos de los vinos de baja calidad, ha dado lugar a uno de los maridajes más exquisitos que conocemos hoy: el vino con queso. Aunque la práctica original se basaba en un intento de engañar, con el tiempo las combinaciones de vino y queso se han perfeccionado hasta convertirse en una verdadera tradición gastronómica. Hoy, tanto los amantes del vino como los del queso celebran la armonía de estos dos productos, que se combinan no solo por su sabor, sino también por su capacidad de resaltar las mejores características de cada uno.
Lo curioso de esta expresión es que, a pesar de su origen engañoso, ha dado lugar a dos resultados positivos: por un lado, se ha convertido en una expresión popular y divertida para advertir de engaños, y por otro, ha contribuido al perfeccionamiento de una de las combinaciones gastronómicas más apreciadas del mundo: el maridaje de vino y queso.