En este recorrido por los postres internacionales, destacaremos combinaciones que seguramente deleitarán tu paladar, incluyendo una joya de la repostería japonesa: el mochi.
1. El tiramisú y el marsala (Italia)
El tiramisú, un clásico italiano y de mis dulces favoritos, está hecho con capas de bizcochos empapados en café, mascarpone y cacao. Es un postre rico en texturas y sabores ¡y delicioso! Para este dulce he elegido el marsala, un vino fortificado originario de Sicilia. Su dulzura equilibrada y sus notas de frutos secos y especias complementan la cremosidad del tiramisú, creando una armonía deliciosa.
Tip: si prefieres algo más ligero, un prosecco dulce también funciona bien, aportando frescura al maridaje.
2. Crème brûlée y vino de Sauternes (Francia)
La crème brûlée, con su delicada base de crema de vainilla y su crujiente capa de caramelo, es un símbolo de la elegancia francesa. Este postre combina maravillosamente con un vino dulce de Burdeos como el de Sauternes, conocido por sus aromas a miel, albaricoques y flores. La riqueza del vino equilibra la cremosidad de la crème brûlée, mientras que sus notas de caramelo realzan la cubierta tostada.
3. Cheesecake y riesling (Estados Unidos/Alemania)
El cheesecake, en sus infinitas variaciones, es un favorito global. Su textura suave y sabor ligeramente ácido encajan perfectamente con un Riesling dulce. Este vino alemán aporta una acidez vibrante que corta la densidad del queso, mientras que sus notas frutales, como el melocotón y la manzana, complementan el sabor del postre.
Tip: para un cheesecake de frutos rojos, opta por un riesling Spätlese; si es de chocolate blanco, prueba un Auslese.
4. Mochi y vino espumoso (Japón)
El mochi es un postre japonés que destaca por su textura única, elástica y suave, hecha de arroz glutinoso. Relleno de sabores como matcha, frijol rojo, o incluso helado, el mochi es una experiencia sensorial que combina dulzura sutil y una ligera sensación salada.
Un vino espumoso, como un prosecco o un cava, es ideal para acompañar al mochi. La efervescencia del vino limpia el paladar después de cada bocado, mientras que sus notas cítricas y florales realzan los sabores delicados del relleno.
5. Baklava y vino moscatel (Turquía/Oriente Medio)
La baklava, un postre emblemático del Medio Oriente, está compuesto por capas de masa filo, nueces y un jarabe de miel o agua de rosas. Su dulzura intensa y textura crujiente piden un vino igualmente rico, como el moscatel. Este vino dulce ofrece sabores cítricos y florales que equilibran la densidad del baklava, creando un maridaje inolvidable.
Tip: sirve el vino ligeramente frío para acentuar sus notas refrescantes.
6. Pavlova y chardonnay dulce (Australia/Nueva Zelanda)
La pavlova, con su base de merengue crujiente por fuera y suave por dentro, decorada con crema batida y frutas frescas, es un postre ligero y festivo. Un chardonnay dulce, con sus notas de manzana, pera y toques de vainilla, complementa la fruta y el merengue de manera exquisita.
Alternativa: un vino espumoso rosado también funciona maravillosamente, aportando un toque de frescura y color.