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Cultura

Vino caliente, un icono navideño

Cuando empieza diciembre siempre suelo aprovechar unos días para viajar a Alemania. Me encanta visitar sus mercadillos navideños. El ambiente, las luces, el frío en la cara, y calentarme las manos y el cuerpo con una taza de vino caliente.

Publicado por:
Ana Gómez

Este brebaje especiado y aromático posee una historia rica que abarca siglos, culturas y tradiciones. ¿Alguna vez te has preguntado cómo nació el vino caliente?

Sus orígenes

La historia del vino caliente se remonta a la antigüedad, cuando el vino era mucho más que una bebida: era considerado un remedio. En la Grecia clásica y la Roma antigua, se acostumbraba añadir especias y hierbas al vino, tanto para conservarlo como para aprovechar sus supuestas propiedades medicinales.

Los romanos, conocidos por su ingenio, perfeccionaron una receta llamada conditum paradoxum, que combinaba miel, pimienta, dátiles, laurel y azafrán. Esta mezcla, ligeramente calentada, era ideal para los días fríos, consolidando así el vínculo entre el vino caliente y la sensación de calidez y celebración.

Durante la Edad Media, el vino especiado adquirió un aire de lujo debido al alto costo de las especias como la canela, el clavo y la nuez moscada, que llegaban de Oriente.

Uno de los preparados más populares de la época fue el hipocrás, una bebida a base de vino, miel y especias, servida tanto caliente como fría. Aunque inicialmente se valoraba por sus propiedades curativas, su popularidad trascendió hacia los banquetes y celebraciones, convirtiéndose en un símbolo de hospitalidad y sofisticación.

Comenzó a ser una tradición navideña en el Renacimiento

En países como Alemania, Francia e Inglaterra, esta bebida se convirtió en un clásico navideño, perfumando los hogares con sus aromas especiados.

Fue también en esta época cuando surgieron los mercados navideños europeos, donde el vino caliente rápidamente se destacó como una de las principales atracciones. En Alemania, esta tradición adquirió el nombre de Glühwein, un legado que perdura hasta nuestros días.

En el siglo XIX, el vino caliente cruzó fronteras y se adaptó a las costumbres de cada región:

Alemania: el tradicional Glühwein incluye vino tinto, azúcar, canela y clavo, con toques opcionales de cítricos y licor.

Suecia: el glögg sueco es más dulce, servido con pasas y almendras, y a menudo acompañado de un toque de aguardiente.

Inglaterra: en la época victoriana, el mulled wine se popularizó, gracias en parte a las historias navideñas de Charles Dickens.

Hoy es típico en los mercadillos del norte de Europa

Si habéis ido a Alemania lo habréis visto en todos los mercadillos de cualquiera de sus ciudades. Como curiosidad, las tazas de Glühwein suelen tener diseños únicos y temáticos, siendo piezas de colección para muchos.

En cuanto a su receta, aunque puede variar ligeramente, mantiene su esencia intacta: vino tinto, especias aromáticas y un toque de dulzura.

En Alemania, como he comentado, se disfruta en tazas decorativas durante los mercados navideños. En Escandinavia, el glögg es un imprescindible de las celebraciones invernales. Y en otras partes del mundo, el vino caliente sigue ganando adeptos como un símbolo universal de calidez y tradición.

¿Y tú, eres de los que brindan con vino caliente en estas fechas?